PERSPECTIVA
Cuando el acceso financiero no es suficiente
18 DE ABRIL, 2024 | POR Marcelo Tangioni, Presidente de Mastercard Brasil
Gracias a un gran avance en la inclusión financiera, alrededor del 75% de la población mundial ahora tiene acceso a servicios bancarios, como tarjetas de débito, prepago o pagos en tiempo real. Un mejor acceso a las herramientas significa que estamos cada vez más cerca de crear una economía digital que funcione para todos.
Al mismo tiempo, nos enfrentamos a un importante obstáculo para alcanzar el objetivo de la inclusión universal. A pesar de tener acceso, muchos consumidores no están utilizando los servicios financieros. Lo que les falta es la confianza que necesitan para comprometerse plenamente con el sistema financiero y los productos que pueden mejorar sus vidas.
En un estudio reciente, Mastercard se asoció con la plataforma brasileña de servicios financieros digitales Nubank para entender por qué exactamente este aumento en el acceso no corresponde con un mayor uso por parte de los consumidores. Con casi 220 millones de habitantes, Brasil es el país más poblado de América Latina y el séptimo más poblado del mundo, y ha superado a gran parte del continente en términos de inclusión financiera, lo que lo convierte en un buen lugar para estudiar estas conductas.
Para comprender mejor los desafíos, entrevistamos y encuestamos a 2.000 clientes de Nubank y consumidores brasileños. También analizamos tres años de datos transaccionales y de comportamiento de más de 3,6 millones de clientes de Nubank que abrieron cuentas entre 2019 y 2021.
La primera gran conclusión: Cuando los consumidores utilizan sus tarjetas prepago o pagos en tiempo real con frecuencia, aumenta la familiaridad y la confianza. La confianza genera más uso, acelerando aún más la inclusión de las personas en el sistema financiero. De hecho, descubrimos que el uso constante de los pagos digitales predice mejor la salud financiera que los ingresos.
En segundo lugar, nos dimos cuenta de que una buena táctica para atraer a más personas al sistema financiero es empezar poco a poco. Realizar pagos con tarjetas prepago sirve como un trampolín para acceder a créditos, ya sean tarjetas de crédito, préstamos personales o productos financieros más avanzados, como un préstamo empresarial o una cuenta de inversión.
Más de tres cuartas partes (80%) de los clientes que utilizaron una tarjeta prepago la utilizaron como su primer producto, mientras que el 67% de estos usuarios de tarjetas pasaron a acceder productos de préstamo y el 36% a realizar inversiones. El uso de tarjetas para transacciones cotidianas, en lugar de para grandes gastos, tuvo el mayor impacto porque la gente fue adquiriendo el hábito gradualmente. Al igual que cuando se adquiere el hábito de hacer ejercicio. La rutina lenta, manejable y constante tiende a mantenerse.
Es cierto que a algunos consumidores les cuesta empezar. Pero hemos comprobado que, con un poco de apoyo, la gente acaba por animarse. Independientemente del nivel de ingresos, el 60% de los clientes de Nubank pasaron de tener acceso a herramientas financieras a utilizarlas realmente en 24 meses. El 40% solo tardó 12 meses.
Todos -bancos, gobiernos, proveedores de servicios financieros y empresas de tecnología de pagos- tenemos la responsabilidad de generar confianza y animar a más personas a utilizar los servicios a los que tienen acceso. Para ello, debemos crear iniciativas de educación financiera y alfabetización digital que expliquen mejor la función y el valor de los instrumentos de pago digitales.
Al mismo tiempo, tenemos que seguir construyendo una infraestructura que ayude a la gente a abandonar el dinero en efectivo. Cuando más propietarios de micro y pequeñas empresas, que operan cerca de poblaciones con bajos ingresos, aceptan pagos digitales, los consumidores utilizan sus tarjetas con más frecuencia, lo que genera confianza. Los pagos digitales también deben estar disponibles en situaciones más cotidianas, como el transporte público.
Las instituciones financieras, los bancos y las fintech pueden ampliar el acceso al crédito eliminando las complejidades de la participación y explorando fuentes de datos alternativos (como los pagos puntuales de alquileres o servicios públicos) y vías más rápidas para acceder al crédito. Por último, los bancos deben seguir aprovechando los datos de comportamiento para desarrollar soluciones para los menos atendidos y dar prioridad a la resiliencia del cliente y a la educación financiera. Por ejemplo, la automatización del pago de facturas puede fomentar hábitos financieros saludables.
Este trabajo no será fácil, pero es fundamental. Alrededor de 1.400 millones de adultos en todo el mundo siguen sin tener acceso a productos bancarios, y cientos de millones más están subbancarizados. Trabajando juntos, podemos cambiar esta situación, asegurándonos de que el acceso equivale realmente al uso. En el proceso, más personas se volverán resistentes a las crisis económicas, sus comunidades recibirán apoyo y, en última instancia, deberíamos ver un impacto positivo en el crecimiento mundial.